La pesca de grandes carpas en invierno nos ofrece un reto para el cual hay que prepararse bien a conciencia,  ya
que la situación que encontraremos distará muchísimo de la que hemos
disfrutado en otras épocas del año. La dificultad es elevada, tanto a
nivel técnico como físico, pero los alicientes van a ser tan
interesantes que no podremos dar de lado a la pesca en estos meses.
¿QUÉ ES EL INVIERNO?
Muchos
pescadores piensan que el invierno comienza en el mes de noviembre,
cuando empieza el descenso de temperatura ambiente y el mal tiempo se
hace presente. Pero esto no es así, no debemos olvidar que el agua es un
elemento que varía de temperatura más lentamente que el aire. Aunque en
el mes de noviembre empiece ya el frío, la temperatura del agua irá
descendiendo mas despacio, y podemos encontrarnos a mediados del mes de
diciembre sin que haya llegado a su valor más bajo. Será en los meses de
enero y febrero que tengamos un agua más fría y, por tanto, una
situación de pesca más extrema. Pero también tenemos otros factores:
España es un país donde el invierno no es tan fuerte como en otros
países de Europa. La temperatura no baja excesivamente y disfrutamos de
un tiempo más benigno. Este hecho se refleja por supuesto en el agua,
que no se enfriará tanto como en países como Alemania y Francia. Además,
no todas las comunidades de nuestro país presentan la misma
meteorología. En Valencia vivimos unos inviernos muy templados y, en
cambio, Ciudad Real presenta a menudo nieve en sus parajes.
 Así
pues, por unos motivos u otros, la actividad de las carpas puede
sorprendernos favorablemente incluso a mediados de diciembre. El agua
sigue enfriándose y las carpas siguen comiendo para conseguir la reserva
energética que les permita pasar el invierno. Pero llega un momento que
el agua ya está realmente fría. Tradicionalmente siempre se ha dicho
que la carpa no se puede pescar en invierno, que se aletarga como los
osos y no come. Hoy en día está demostrado que la carpa, especialmente
la más grande, sigue comiendo, aunque solo lo hace en ciertos momentos
del día y nunca de forma copiosa. ¿Hemos dicho la carpa grande? Si,
porque la carpa de mayor tamaño necesita mayor reserva energética que la
carpa pequeña para subsistir durante este periodo de tiempo y por tanto
precisa comer más. Así que ya os hemos presentado uno de los alicientes
de la pesca en invierno: la posibilidad de conseguir una captura de mayor tamaño. Las
bajas temperaturas no afectan únicamente a la carpa… los pescadores
también las sufrimos en nuestra piel. Y esto es un inconveniente que se
transformará en otro de los alicientes de la pesca en invierno. Embalses
saturados en otras temporadas del año, donde apenas teníamos espacio
para nuestras cañas, se convierten en playas solitarias donde reina la quietud y la naturaleza se nos hace presente sin que la oculte el “mundanal ruido” de docenas de pescadores.
UN POCO DE BUEN TIEMPO…
La
carpa es un animal de sangre fría que percibe mucho mejor que los seres
humanos los cambios de temperatura. Su cuerpo lo nota inmediatamente y
su actividad metabólica aumenta o disminuye con el cambio.  Así
pues, unos cuantos días de mejora en la meteorología, donde el sol se
presente espantando el mal tiempo, influirán mucho en el comportamiento
de las carpas. Desde luego no tenemos el mismo sol que en verano, y su
capacidad de calentar el agua será bastante menor, pero esos rayos de
sol podrán hacer subir algún grado la temperatura del agua de una playa
somera y la carpa se dirigirá a ella. Este estímulo puede provocar que
la carpa preste atención a la comida que pueda encontrar y “se siente a
mesa”. El clima en invierno no es de una dureza estable hasta que llega
la primavera. El sol y el buen tiempo nos visitan de cuando en cuando y
además, con cierta regularidad. Nosotros, en Valencia, hemos conseguido
del Servicio Metereológico una tabla grafica que marca las variaciones
de temperatura de varios años seguidos, y hemos constatado que todos
ellos muestran cierto paralelismo. Después del mal tiempo siempre vienen
periodos de placidez que más o menos siempre caen por las mismas
fechas. Así que estad preparados si se anuncia buen tiempo, pues sus
efectos influirán en las capturas de vuestra sesión de pesca. El
anticiclón y las altas presiones juegan un papel favorable en este
periodo del año. ¿Y el viento? En estos meses o sopla helado o si es
caliente lo es poco mas que la temperatura del agua, así que no influye
positivamente en la pesca. Al contrario, un aire frío moverá la
superficie del agua, la enfriará y hará que se mezcle con las capas
inferiores, haciendo bajar la temperatura de una gran porción del
embalse. Las consecuencias para la pesca serían desastrosas. En verano
el viento viene muy bien porque oxigena el agua. En invierno el agua
fría contiene mucho mas O2 disuelto que el agua caliente, así que el
efecto oxigenador del viento no influye en estos meses, porque la carpa
va servida con lo que tiene. ¿La lluvia o la nieve? La lluvia nos trae
agua fría que influirá negativamente en la actividad de los peces y la
nieve… evidentemente más. ¿El hielo? ¡Que la superficie del embalse está
helada! Pues a por los patines porque lo que es pescar…. Ahora bien, en
un embalse pequeño el hielo puede estar presente durante una gran parte
del invierno, lo que nos impediría pescar en estas condiciones.  En
un embalse con mayor volumen de agua la capa superficial de hielo actúa
como aislante y favorece una temperatura más benigna en capas de agua
inferiores. Así que solo nos queda la labor del sol como factor
determinante para aumentar la actividad de las carpas y que vengan a
comer nuestros cebos. En un embalse pequeño, de poca profundidad, su
efecto será rápido y la temperatura del agua podrá sufrir un ligero
ascenso, aunque sea solamente de medio grado, que estimule a las carpas.
En un embalse pequeño, con zonas profundas, la carpa buscará las playas
donde se note la acción del sol. En embalses grandes el mayor volumen
de agua impide el más mínimo cambio, aunque si el sol se presenta
durante bastantes días seguidos puede hacerse notar en las playas del
sector oeste donde incide toda la mañana. Ya hemos dicho que las carpas
se ven influenciadas enormemente por la temperatura, lo cual nos ofrece
otra conclusión: habitualmente estarán agrupadas en las zonas del
embalse que presenten la temperatura más benigna y estable. Formarán un
cardumen en una, dos o tres… zonas del embalse donde se encuentren a
gusto, normalmente a cierta profundidad. Así que cuando la playita del
párrafo anterior presente una situación óptima, allí se dirigirán todas.
¡Preparaos para las picadas! Bueno, no exageremos, no creáis que vais a
hacer dobletes sin parar. Tendréis las carpas en vuestro pesquil, pero
ahora tienen que sentir el estimulo de alimentarse. No obstante será
vuestro momento para conseguir una pieza.Y una conclusión más: si en las
playas someras el agua se calienta más rápidamente, también se enfriará
con mayor rapidez. Así que cuando las carpas noten que baja la
temperatura del agua en la playa, volverán a su zona de estar, con una
temperatura estable y que ahora vuelve a ser más benigna que la de
arriba.
¡A LA MESA!
Sigamos…
la carpa nunca va a presentar una gran actividad durante todo el día.
Al contrario, su metabolismo se ha ralentizado tremendamente, y el pez
evitará todo movimiento que malgaste su reserva energética. Solo alguna
que otra vez al día se moverá y entonces se alimentará si encuentra
comida en su corto radio de acción. Además, no se atiborrará sino que
dará unos bocaditos aquí y allá. Este comportamiento nos condiciona el
cebado del pesquil. El invierno no es el momento de los grandes cebados,
salvo que queramos volver a casa con un 0 en nuestro casillero…. Si la
carpa va a probar solo unos pocos boilies, uno de ellos debe ser el que
tenemos en el anzuelo. Cuanto mas cebo acompañe a éste, menos
probabilidades tenemos de que la carpa elija el plato correcto. Dicho de
otro modo: 100 boilies alrededor en el pesquil, uno de ellos en el
anzuelo, supone un 1% de probabilidad de picada… ¡impresionantes mis
matemáticas, eh! El cebado debe ser escaso y concentrado alrededor del
anzuelo. La carpa no debe verse obligada a buscar en una zona extensa,
sino que debe encontrar el cebo allí donde huele el aroma. Está
comprobado que en ausencia de un gran estimulo alimenticio, la carpa
antes se decidirá por probar un boilie de pequeño tamaño que otro más
grande. Un pequeño bocadito no cuesta ningún esfuerzo.  Les
pasa como a nosotros cuando nos ponen aperitivo en mesa antes de comer:
una picadita por aquí, otra por allá y cuando nos hemos dado cuenta nos
hemos dado un atracón!!! Así que ahora tiene su sitio los boilies de 10
a 14 mm. O mejor incluso: una bolsa de PVA llena de boilies cortados en
trocitos, para que expelan mejor sus aditivos. Es el momento de los
hilos, bolsas y mallas en PVA, que nos permitirán un cebado exacto y
efectivo, pero cuidado que se disuelvan bien en el agua fría, que no
todas lo hacen. Busquemos en el comercio productos preparados
específicamente para el invierno. ¿Y los pellets? Inmejorables. Van a
crear una zona de atracción en torno al anzuelo y como van a disolverse,
la carpa no podrá saciarse con ellos. Solo tendrá como plato principal
un boilie y como postre un anzuelo… El pienso para ciprinidos será
también una buena elección para el cebado, pues tiene una gran capacidad
para atraer rápidamente las carpas. Es mejor cebar cuando observemos
que las carpas están alimentándose en nuestro puesto de pesca. Podemos
echar unos pocos boilies tras una picada, nunca mas de 10 (es un decir)
pues ya hemos explicado que no conviene saturar. Y ya que hemos nombrado
los boilies, indicar por supuesto que tienen que ser de calidad, como
ya hemos hablado en un artículo anterior. El estomago de la carpa tarda
ahora mucho más en digerir el alimento. Si empleamos boilies de mala
calidad vamos a dificultar la digestión y posiblemente acaben sentándole
mal al pez. ¿Pero debemos considerar algo más en los boilies? Si.
Debemos tener en cuenta el aspecto aromático, pues en el agua fría el
aroma no se difunde tan bien como en la caliente. Así que nos
interesarán los boilies con fuerte aroma y con buena porosidad para
expelerlo. En el comercio podemos encontrar boilies cuyo ingrediente
principal es el “bird food” que cumplen de maravilla estos requisitos.
Si somos de los que hacemos nuestros propios boilies, ha llegado el
momento de añadir, además de bird-food, también sémola de trigo y harina
de soja, ¡y no olvidemos la sobredosis de aroma!  Ahora
hemos llegado al tema de los remojos (boosters, dips, liquides de
trempage,...). Aunque este tratamiento del cebo será tratado en
profundidad en un futuro artículo, vamos a darle unas líneas ahora para
aclarar su papel en invierno. El remojo es un líquido en el que
sumergimos el boilie antes de lanzarlo. Podemos dejar el boilie
remojando un ratito, un par de horas o días enteros, según el producto
que empleemos. Pero… ¿es conveniente utilizar estos remojos en invierno?
La respuesta es si, porque de este modo conseguiremos una mayor
atracción aromática sobre el cebo, factor muy importante en estos meses,
como ya hemos hablado anteriormente. Pero hay remojos y remojos. Los
formados a base de aceite no son tan aconsejables como los de base
alcohólica, porque el aceite impermeabilizaría nuestros boilies y no
dejaría salir al exterior su aroma. En cambio, el alcohol se diluye en
el agua fría y será un vehículo para el transporte de los atrayentes del
boilie. ¿Una referencia? Nuestro preferido es el remojo de cangrejo de
Mistral.
LA COMIDA NATURAL
La
carpa buscará más que nunca las zonas del embalse con abundante comida
natural. ¿Por qué? Pues bien, sabemos que vive al ralentí, sin hacer
esfuerzos vanos, solamente alimentándose durante unos minutos al día.
Parece evidente que si pasa el invierno en un sector rico en
alimentación natural poco va a tener que desplazarse y, por tanto, mayor
es el ahorro energético. ¿Pero donde se va a encontrar esta
alimentación natural? En dos sitios: en la vegetación ribereña y
precisamente en las zonas del embalse donde, al igual que las carpas,
las plantas y los animales (crustáceos, moluscos, etc.) han encontrado
la temperatura más benigna y estable (es decir, la misma zona de “estar”
que hablábamos antes) La carpa permanecerá en estos lugares hasta que
note un ascenso de la temperatura en otro sector que la atraiga. Pero
siempre tendrá estas zonas de estar y de alimentación bien presentes
para volver. Esto nos lleva a una conclusión más: pescaremos en invierno
en aquellos embalses que conozcamos suficientemente, de los que sepamos
con seguridad las zonas frecuentadas por las carpas. Dedicarle
esfuerzos a un embalse desconocido es echar el tiempo por la ventana.
PESCAR SOBRE SEGURO
Imprescindible
que nuestros montajes estén pescando al 100%. Si encima que la carpa
solo nos dará una oportunidad, la desaprovechamos por tener mal colocado
o defectuoso el cebo, apaga y vámonos!!! Conviene que renovemos los
cebos con mayor frecuencia de la habitual, para presentar un cebo fresco
y atrayente en todo momento. Así también delimitamos las posibilidades
de que el montaje se coloque mal en el fondo, pues actuará durante
periodos inferiores de tiempo. También podemos probar más pesquiles, ya
que vamos a lanzar muchas más veces. Tal vez una de ellas pongamos un
cebo apetitoso y fresco a un palmo de la boca de una futura captura.
TECNICAMENTE…
No
hay diferencia entre los montajes a emplear durante el resto del año y
el de invierno. Sea libre o semifijo, si está bien empleado y pescaba
carpas en verano, también lo hará ahora.  Lo
único que debemos tener en cuenta es el menor ritmo de la carpa, que lo
va a hacer todo más despacio, y eso incluye también la picada. No va a
ser la misma carpa que en primavera hociqueaba el fondo con avidez y
presta a tragarse rápidamente todo lo que se moviera apetitosamente.
Esta carpa se dirigirá al cebo, lo tomará, lo degustará un poco, lo
escupirá, lo volverá a tomar……y si se clava probablemente no huirá en
estampida, sino que especulará un poco arrastrando el plomo e intentando
liberarse del anzuelo. Tenemos que adaptarnos a las circunstancias:
puede ser una buena opción decidirse por anzuelos de talla más pequeña,
que clavan mejor que los grandes y regular la sensibilidad de las
alarmas al máximo, para que nos adviertan del menor movimiento del cebo.
Otra cosa a tener en cuenta es la posibilidad de que se nos congele la
caña… En efecto, nos podemos levantar una mañana y ver una capa de hielo
enfundando nuestras cañas y bloqueando el carrete. En estas condiciones
una picada puede acabar en desastre, así que debemos evitar esta
situación. Para ello podemos rociar el hilo de la bobina con silicona
especial, que lo protegerá y lo mantendrá lubricado. La casa Kryston
ofrece el producto “Granite Juice”, que es perfecto para este menester.
Ya hemos acabado de mostraros cómo es la pesca en invierno, una pesca
llena de dificultades y riesgos, para pescadores con moral a prueba de
bombas, con una buena técnica de pesca y con adecuada condición física.
Pero éste es el último de los alicientes, porque cuando mayor es el reto más grande es la satisfacción de la recompensa.
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